Lloraré y lamentaré mi pérdida por el tiempo que así lo necesite, no dejaré que otros pongan tiempo límite a mi duelo; una parte de mi ha muerto.
Viviré en la forma en que mejor pueda e ignoraré a aquellos que me digan lo que debo o no debo estar sintiendo y cómo debo o no debo comportarme.
Hablaré sobre mi ser querido con la frecuencia que yo lo quiera y no permitiré a otros que me silencien sólo porque están incapacitados para manejar sus sentimientos ante mi dolor.
Mis lágrimas brotarán cuando y donde yo así lo permita y no impediré que se hagan presentes sólo porque deba ser valiente o porque deba esforzarme para sentirme bien.
Sabré que a mi familia y amigos no les será fácil entender mis sentimientos y que sólo quien haya perdido un ser querido lo podrá comprender.
Constantemente me recordaré que hice lo mejor que pude como madre o hija o esposa y no cargaré encima con la culpa por esta muerte. Cuando este sentimiento me invada, me recordaré a mi misma que esto es parte de mi proceso de duelo y que algún día me sentiré mejor.
Si siento que es necesario, no temeré ni me avergonzaré por buscar ayuda profesional.
Estaré en comunicación íntima con mi ser querido cuando menos una vez al día, de la forma en que me sea más confortable y natural, y no tendré que explicar o justificar mi proceder con los demás.
Trataré de dormir, comer y de hacer ejercicio cada día a fin de darle a mi cuerpo la energía y fortaleza que requiere para sobrellevar este dolor.
Sabré que no estoy perdiendo la razón, y que el deseo de morir, la pérdida de la memoria, la sensación de confusión, la falta de energía y el sentimiento de fragilidad, son parte normal de mi duelo.
Sanaré, aunque esto me tomará mucho tiempo. Yo misma permitiré esta sanación y no tendré culpa por sentirme mejor.
Me recordaré a mi misma que el proceso de duelo es un camino sinuoso, esto significa que mi progreso no será constante y que cuando sienta que estoy cayendo nuevamente en estados de ánimo de desesperanza, depresión y desilusión, recordaré que algún día estaré mejor.
Buscaré estar feliz por cualquier motivo cada día y entenderé que al principio me obligaré a tener pensamientos alegres para que eventualmente esto se vuelva un hábito.
Ocasionalmente trataré de ayudar a otros, sabiendo que esto me ayudará más a mí.
A pesar de todo, optaré por vivir, pues sé que esto es lo que mi ser querido habría deseado.
Autor: Nancy A. Mower
Honolulu, Hawaii
viernes, 21 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)